La primera vez que Mitch Lively reforzó a los Navegantes del
Magallanes en la campaña 2013-2014, sus metas eran modestas.
Su primera experiencia previa en la LVBP, un año antes con
Bravos de Margarita, se había limitado a 9.1 inning de labor, con una abultada
efectividad de 7.71. Así que regresó para tratar de mantenerse en forma, sumar
entradas para completar su transición de relevista a abridor, y luego firmar un
contrato como agente libre con un equipo de las Grandes Ligas.
Pero terminó electo Pitcher del Año, su primer y único
premio de ese tipo en su carrera, y se ganó la confianza de la oficina
valenciana, así como el aprecio de la exigente feligresía navegante.
Ahora es un asiduo nombre entre los importados del equipo y
suma un lustro de experiencia en el circuito.
“Me encanta venir”, sonríe el derecho californiano. “Este
país tiene unos aficionados grandiosos, que te apoyan en todo momento, una gran
atmósfera para jugar y el nivel del beisbol es muy bueno. Es un país muy
hermoso, con gente muy linda”.
En 2013, el gobierno estadounidense envío un alerta a sus
ciudadanos para que tomaran previsiones si visitaban Venezuela. Lively
simplemente quería jugar béisbol, así que no le pareció descabellado tomar un
avión y detenerse en América del Sur.
“Bueno, nos dijeron que no viniéramos, pero creo que todo
depende de la situación en la que te pongas. No creo que sea un lugar
peligroso, para nada. México es peor, creo, con los Cárteles y ese tipo de
cosas. Es triste por la situación que están atravesando, pero me gusta
disfrutar lo que este país ofrece. No es arriesgado estar aquí”.
Su empeño le ha ayudado a tener éxito en una liga de alta
rotación de extranjeros, en el que las circunstancias cambian a diario y los
planes se modifican con una frecuencia semanal. Los gringos van y vienen.
“Medirme a buena parte de estos bateadores en Estados Unidos
y durante los últimos cinco años aquí, me ha permitido aprovechar mis
fortalezas y explotar sus debilidades para poder sacar outs”, explica. “Esta
liga tiene muy buenos bateadores, ellos me conocen y yo los conozco. Cada vez
que consigo un out, lo agradezco porque no hay ninguno fácil. Cada out es
difícil, no hay duda sobre eso. Así que solo espero que las cosas salgan bien”.
Lively, de 31 años de edad, vuelve a mostrar la forma que
exhibió en 2013. Es líder en efectividad del torneo (2.08), marcha con récord
de 3-1 y aparece entre los cinco primeros en casi todas las categorías de
pitcheo. Si mantiene el ritmo, seguramente su nombre volverá a aparecer en las
planillas de votación para el Pitcher del Año.
“En este momento no estoy pensando en mí mismo. Solo trato
de ayudar al equipo y darle la posibilidad de ganar los partidos que abro. No
trato de lanzar por las estadísticas o con la idea de conseguir un premio”,
afirma. “Solo quiero poner al club en la mejor situación posible para ganar, clasificar
a los playoffs y conseguir un campeonato. Eso es realmente en lo que pienso
cuando salgo allá afuera”.
De cualquier forma, está satisfecho. En sus dos incursiones
anteriores con los filibusteros fue inconsistente y en la pasada zafra debió
marcharse antes de lo esperado.
“En 2014 tuve algunas buenas salidas, pero sufrí molestias
en el codo y debí parar. Luego traté de ayudar desde el bullpen cuando estuve
saludable, pero me firmaron los Nacionales (de Washington, con una invitación
al campo de entrenamientos) y me forzaron a regresar a casa. El año pasado,
honestamente, no espera jugar pelota de invierno. Actué en Japón (con Nippon
Ham), así que regresé a casa y estuve sin hacer nada por un mes, esperando
saber si iba a regresar. Así que cuando supe que no iba a volver allá, recibí
la llamada de Magallanes, pero no estaba listo ni mental, ni físicamente”.
Así que antes de reportarse al Magallanes para el inicio de
la 2016-2017, el derecho se sometió a riguroso plan de entrenamiento, tras
dividir el verano boreal entre la filial Doble A de Washington y la Liga
Mexicana de Beisbol, con los equipos Laguna y Reynosa.
“Me tomé poco tiempo libre, estuve trabajando fuerte todos
los días, lancé bullpens, enfrenté a bateadores, con la intención de rendir
desde el inicio y ayudar a Magallanes a ganar un campeonato”.
El domingo, Lively tomó un vuelo de regreso a su pueblo
natal, Susanville, cerca de Reno, Nevada, con la intención de pasar la
festividad de Acción de Gracias con su familia, una fecha que coincide con el
aniversario de su boda.
El beisbol lo ha llevado a sitios muy distantes. “Me gusta
conocer lugares nuevos”, vuelve a sonreír.
Después de su reencuentro con sus seres queridos y saborear
el tradicional pavo, promete regresar.
“Seguro estaré de vuelta en el 3 de diciembre, así que
apenas perderé una apertura”.
Una vez en Valencia, volverá a disfrutar de sus sitios
preferidos, como uno más en la ciudad.
“Me encanta ir a John LaMarket (para comer hamburguesas al
carbón). Es un pequeño restaurant, muy bonito, puedes hacer reservaciones.
También disfruto de Ávila Burger y Taka Sushi. Claro, está la comida
venezolana. La arepa. Me gusta la arepa, generalmente la como en el estadio o
en un lugar cruzando la calle del Hotel Hesperia (Q’Arepas) y cachapas, con
mucho queso (risas)”.
“Sí. Voy a regresar. Me quedaré hasta el final”.
Prensa LVBP.
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