Yandy Díaz llegó temprano al estadio Universitario, como
casi todos los días que pasó en Caracas, los últimos dos meses.
Los Leones estaban por disputar su último juego en la
temporada 2016-2017 del béisbol invernal venezolano, en el que Díaz resultó en
el jugador extranjero con mayor reconocimiento y mejores números. Ese jueves,
29 de diciembre, no aparecía en el lineup de los Leones del Caracas. Su
manager, Yorvit Torrealba, había decidido dejarlo en la banca.
La decisión del estratega no se debía a un slump del utility
cubano ni tampoco a algún tipo de castigo. Todo lo contrario. El toletero
derecho, nacido hace 25 años en Sagua La Grande, se quedaba en la banca porque
es buen bateador. Y uno muy bueno.
Díaz llegó a esa jornada con .371 de promedio en 151 turnos.
Por primera vez en su carrera, estaba a punto de conquistar un título de bateo.
"Me siento contento", dijo Díaz. "Aquí en
Venezuela hay demasiados bateadores buenos. Ser el líder es demasiado grande
para mí".
El antillano fue la excepción en la decepcionante campaña de
los felinos, una de las divisas más populares en este país amante de la pelota.
Los capitalinos fallaron en su intento de avanzar a los playoffs, que se
disputarán a todo lo largo de enero, y fueron pocas las alegrías que recibió su
fanaticada.
"Quiero volver", aseguró Díaz. "Desde que
llegué, lo dije. Este ambiente me gustó, es igual al de Cuba. Quiero volver,
aunque sea una estrella de las Grandes Ligas".
El sueño de llegar a MLB es posible. Ya Díaz retrasó su
llegada al circuito suramericano por mantenerse en Arizona, practicando en
octubre, para estar listo en caso de que los Indios de Cleveland necesitaran
ayuda en alguna emergencia durante su camino a la Serie Mundial.
La emergencia no se presentó, el infielder pudo reportarse a
los melenudos y siguió demostrando a su organización ese despliegue ofensivo
que le ha hecho crecer rápidamente en las menores.
Disputó 40 juegos y en todos se embasó, imponiendo un récord
para la franquicia caraquista, divisa por la que han pasado notables estrellas
de la ofensiva como Tony Armas, Andrés Galarraga y Bobby Abreu.
El día que Torrealba decidió dejarlo fuera de la alineación,
Díaz presentaba una línea de bateo de .371/.451/.510, con nueve dobles, tres
triples y dos jonrones en 173 visitas al plato.
"Aquí aprendí a batear los pitcheos rompientes",
sostuvo. "En Estados Unidos no se acostumbran mucho los rompientes. Eso me
va a ayudar en el Spring Training".
Los Leones esperaron por Díaz con ansia, en el primer mes de
acción. Se entiende que fuera así. La tropa que por entonces dirigía Alfredo
Pedrique, finalmente despedido en diciembre, tuvo un inicio lento y el
antillano venía de una sólida cosecha en las granjas de los indígenas, con
.325/.399/.461 en los 95 encuentros que disputó en Triple A.
Díaz ya siente la cercanía de las Mayores. Cree que el 2017
puede ser el torneo de su estreno, especialmente después de haber sido incluido
en el roster de 40 por los Indios.
"Me faltan unas cositas por mejorar, como la
defensa", admitió. "Pero por lo otro, pienso que ya estoy bien".
A Venezuela vino para profundizar el trabajo que empezó
meses atrás, dejando su nicho original en el cuadro interior para convertirse
en un trotamundos del diamante.
Con Pedrique comenzó en la tercera base, la posición a la
que se mudó desde esas paradas cortas que defendía en Cuba, en sus años más
jóvenes, y pasó luego al jardín izquierdo e incluso al central. Torrealba
terminó usándolo como guardabosque central titular ante las necesidades del
Caracas en esa posición.
"Me sentí bastante bien en el center, los últimos
días", indicó. "Cuando llegue a las Grandes Ligas, si Dios quiere,
quizás me pongan allí o en el leftfield. Al principio me costó mucho la defensa
en los jardines. En mi país era shortstop y segunda base. Pero con el trabajo,
las cosas fueron mejorando y me sentí mucho mejor".
Díaz cree que la versatilidad puede ayudarle. Y que puede
lograr el objetivo esta misma temporada.
"Las puertas casi están abiertas", sonrió.
"Lo mío es seguir trabajando, hasta cumplir la meta. Si las cosas me salen
bien en los entrenamientos primaverales, espero comenzar arriba. Ya depende de
mí, del esfuerzo y de mi sacrificio".
De Cuba extraña "todo, a la familia, a la fanaticada, a
los peloteros". Aunque no todo es nostalgia. Díaz se hizo amante de las
arepas venezolanas. Confesó que era el primero de sus compañeros en la fila
para pedirlas, y soltó una carcajada al reconocer que se aventuró, feliz, en el
principal condumio navideño del país suramericano, la hallaca, una suerte de
enorme tamal relleno con un guiso de res, cerdo y gallina, adornado con
aceitunas, alcaparras, pasas, huevo, tiras de cebolla y pimientos, todo
envuelto en un bollo de masa de maíz y envuelto a su vez en hojas de plátano.
"Me fascinó", dijo. "Probé un pedacito, para
ver, pero cuando lo hice, me gustó y la comí toda".
Díaz creció admirando a Eduardo Paret, torpedero de la
Selección Nacional de su país, y hoy se mira en los ejemplos de su compatriota
Yoenis Céspedes y del dominicano José Reyes.
Díaz perdió el título de bateo el día de esta entrevista. La
intención de su piloto Torrealba terminó jugando en su contra, porque el
grandeliga venezolano Hernán Pérez, su principal rival, dio tres hits en cuatro
turnos esa noche y pasó de .364 a .374, rebasando por muy poco al cubano. No
importa. Aunque se marchó sin esa corona, dejó su huella como el extranjero de
mejor rendimiento esta temporada en la tierra natal de Miguel Cabrera.
"El que batea juega, como dicen, y siempre he sido un
buen bateador", sostuvo. "Creo que eso es lo que me va a dar de comer
en las Grandes Ligas, si Dios quiere".
Los aficionados del Caracas quedaron convencidos de eso.
MLB.
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